lunes, 21 de junio de 2010

Chile: Ganamos a la muralla Suiza



El elenco de Marcelo Bielsa -fiel a su estilo -buscó incesantemente el arco rival, y debió hacer frente a un equipo helvético con excesivas preocupaciones defensivas durante todo el compromiso.

Pero Chile dominó completamente al elenco europeo. Fue protagonista, punzante y profundo en sus llegadas y tuvo hombres en un alto nivel, en su segunda victoria en el Grupo H.

Alexis Sánchez brilló con su desequilibrio y comandó la ofensiva nacional en el primer tiempo, pero como el resto de sus compañeros, no estuvo fino, y desperdició dos chances claras (40' y 45').

Es cierto que Suiza jugó con 10 hombres gran parte del compromiso (Valon Behrami vio la roja directa por un codazo a Arturo Vidal en el 30'), pero eso sólo dio más argumentos al técnico helvético para mantener su estrategia.

Pasaron 75 extensos minutos antes de que fuera vulnerado el férreo cerrojo suizo, pero al final Chile lo consiguió.

Y como pocas veces, la búsqueda de protagonismo terminó en una historia feliz para una selección chilena.

Mark González, un hombre con un lazo incomparable con el país en el que se disputa en el Mundial (nació y vivió su infancia en Sudáfrica) se vistió de héroe, y marcó para "la Roja", en el 75'.



Vino desde la banca

El tanto -que significa subir otro escalón en el Mundial, y pensar no sólo en pelear la clasificación, sino en el primer lugar -fue obra de hombres que vinieron desde la banca.

Allí radica otro merecimiento de Marcelo Bielsa, que leyó correctamente el trámite del partido, y logró que el equipo chileno mantuviera su incesante presión, con más frescura y mejor aún, mayor precisión.

Jorge Valdivia comenzó la jugada con una habilitación perfecta para Esteban Paredes, éste fue seguido por el portero europeo hacia un costado del área, pero el delantero lo superó con un centro perfecto para González, quien con un cabezazo puso la pelota en un ángulo.

El balón ingresó con lentitud, después de dar un bote en el suelo, y permitió el grito de los millones de chilenos, ahogado hasta ese entonces, pero como nunca tan merecido.

Sólo en dos oportunidades más, en un Mundial, Chile había logrado dos triunfos consecutivos. En Uruguay 1930, y cuando Chile fue local, en 1962 se había repetido la "hazaña".

Demasiado tiempo había pasado, y más historias de fracasos que de las otras, para los hombres que vistieron la tricota roja en Copas del Mundo.

Aunque este equipo comienza a acostumbrarse a faltarle el respeto a aquellos hitos, tan pequeños y particulares, y sigue insistiendo en escribir su propia historia en Sudáfrica.

Una historia quizás como ninguna otra, que relaciona con más fuerza que nunca conceptos de ilusión y esperanza con su final.

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